El
patético escritor sombrío
no
encuentra la calma en la inmensidad de la noche,
escribe
falsos poemas repletos de fantásticas melodías,
ya
es de madrugada,
no
logra concebir el sueño
y
el espejo le entrega un nefasto silencio,
su
pecho vacío,
sus
ojos de materia oscura,
las
manos ensangrentadas de tinta
y
la vida se esconde entre miles de versos.
Muéstrame como puedo esperarte esta noche
sin
tener nada para decirnos,
revélame
el secreto de aquellas historias
que
nunca fueron contadas,
es
la palabra el obstáculo
tras
aquella fría sombra inconclusa,
es
la osadía de mis sueños robados
la
que trasluce mis ojos y el tiempo.
En este cuaderno quiero decirte
que
tu mundo no es más que sombras,
quiero
explicarte la oscuridad de la noche
mientras
el sol ilumina los valles.
Voy a decorar el mundo con mis sueños,
esos
que desterraste una tarde de lluvia
mientras
mi cuerpo se acercaba al profundo vacío,
fue
así como en estado de trance
te
encontré en una noche de otoño,
soledad
de fríos átomos y sueños,
las
manos anchas y espesas,
y
la dulzura entre cada suspiro.
Bellas uvas verdes decoraban el mudo silencio,
mientras,
la
poesía desangra las paredes ásperas del alma
de
un solitario escritor maldito,
pues
el verso ya no sale de sus líneas,
ni
menos aún del fluir del lápiz,
la
esencia se impregna en sus manos
y
en sus negras pupilas,
la
tristeza permanece oculta,
aún
cuando las lágrimas rojas y sucias
se
mezclan en sus viejos cuadernos.
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