lunes, 26 de noviembre de 2012

Carta de liberación



Juro que sus ojos se oscurecen
al decir que los suspiros y caricias
son producto del amor,
¡ qué sabes tu sobre eso ! ,
cuántas veces lo dijiste sobre los rostros tétricos
y el viento se llevaba todas las palabras.

Te amo,
dos simples palabras que no logro concebir,
grité su nombre tantas veces,
escuché de sus promesas y sus grietas.

Me ocultaré en el silencio
para ya no oír más a mis demonios,
hasta cuando he de caer en el abismo
que impide el avanze de mis pasos,
¿ acaso alguien me maldijo en otra vida?,
¿ acaso siempre he de confiar en mis lamentos
hasta que la respiración se detenga ya gastada por los años?.

Grité su nombre tantas veces
que ya no recuerdo ni su rostro.

Voy a desvanecerme entre los mares del olvido
y llevaré una vida vacía,
nadie me enseñó a amar,
ni a soñar,
mucho menos a vivir con alegría.

De pequeño seguí los pasos de mi padre,
orgulloso hombre que lleno de reglas y moral
impone sus caprichos y deseos,
sus manos anchas y espesas
mutiladas por el frío acero,
ésto es un hombre me decía él,
mientras sostenía su falo retorcido entre sus manos,
ésto es lo correcto en la vida continuaba,
mientras sus manos escarban la sangre
en la entrepierna de una mujer,
esperaba que ella fuera mi madre,
¡como rogaba que así fuera ! ,
de haber sido así todo sería más fácil,
simple,
exacto,
el mundo sería un lugar para depositar mis sueños.

¡ Ah padre imponente !,
glorioso,
con sus reglas y caprichos morales,
con sus testículos y su corazón sombrío,
ni siquiera eres capaz de perdonarte,
no puedo imaginarme tu sufrimiento,
horrendas criaturas en tus sueños,
sí,
he visto como te retuerces mientras duermes,
son tus vivencias,
es tu vida la que se refleja en todos tus frutos.

Ahora caminando mi segunda década
me dirijo a ti padre silvestre,
arrogancia había en tus ojos
cuando me dijiste que yo era un fracaso,
una blasfemia,
insensato,
con pronósticos de una gran caída,
con esperanzas en tener razón
y que tus cálculos fueran correctos.

Es normal que para ti yo sea un estúpido,
pues soy lo opuesto a tu persona,
es normal que sea un escritor sombrío,
pues durante toda mi vida
he querido no parecerme a vos,
y al fin lo he conseguido.

Soy poeta que escribe sin regla alguna,
mis manos son delicadas y frágiles,
mi falo es recto y mis testículos luminosos,
no tengo interés en convertirme en hombre,
al menos no en eso que tu decías,
tampoco sumergiré mis manos en entrepiernas húmedas,
en vez de eso,
dibujaré el amor desnudo de reglas
hasta que el sufrimiento se extinga.

Dicho sea de paso,
yo si puedo perdonarme,
perdonarte y perdonarlos,
liberarme,
liberarnos,
juro que grité su nombre tantas veces.

Dicho ésto,
y otras cosas aún ni pensadas,
me libero de tus manos sucias,
de tus ojos prejuiciosos y violentos,
me libero al fin,
para que nunca más vuelvas a enseñarme nada,
nunca más una gota de veneno.

Grité su nombre tantas veces.
Libertad.