Vuelve tu esencia infinita
entre polvo y melodías marchitas,
vuelve la certeza de tu espíritu
a fundirse con mis manos,
entre pasto húmedo,
con un cielo de astros ingrávidos
ocultos en la cubierta de nubes,
las flores del jardín,
una penumbra abismante
se refleja en tus ojos,
mis ojos,
en las flores tristes del jardín.
Dolor de tu llanto
que la lluvia no tarda en anunciar,
el viejo centro de ilusiones
posee todas mis verdades,
todas mis lágrimas tras un cristal
son el reflejo de la nada,
todos mis sentidos son sometidos
a una cárcel de paredes grises,
oscura y sangrienta a veces,
fomentadora de sueños lúcidos
en los cuales suelo asesinarme.
Pero la lluvia no llegó,
ni para ti, ni para mi,
las lágrimas ocultas permanecen
con el silencio que puedo mostrarte,
la desesperanza habita en la memoria
de mis manos y las tuyas.
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