Juro que sus ojos se oscurecen
al decir que los suspiros y caricias
son producto del amor,
¡ qué sabes tu sobre eso !
,
cuántas veces lo dijiste sobre
los rostros tétricos
y el viento se llevaba todas las
palabras.
Te amo,
dos simples palabras que no logro
concebir,
grité su nombre tantas veces,
escuché de sus promesas y sus
grietas.
Me ocultaré en el silencio
para ya no oír más a mis
demonios,
hasta cuando he de caer en el abismo
que impide el avanze de mis pasos,
¿ acaso alguien me maldijo en
otra vida?,
¿ acaso siempre he de confiar en
mis lamentos
hasta que la respiración se
detenga ya gastada por los años?.
Grité su nombre tantas veces
que ya no recuerdo ni su rostro.
Voy a desvanecerme entre los mares del
olvido
y llevaré una vida vacía,
nadie me enseñó a amar,
ni a soñar,
mucho menos a vivir con alegría.
De pequeño seguí los
pasos de mi padre,
orgulloso hombre que lleno de reglas y
moral
impone sus caprichos y deseos,
sus manos anchas y espesas
mutiladas por el frío acero,
ésto es un hombre me decía
él,
mientras sostenía su falo
retorcido entre sus manos,
ésto es lo correcto en la vida
continuaba,
mientras sus manos escarban la sangre
en la entrepierna de una mujer,
esperaba que ella fuera mi madre,
¡como rogaba que así fuera
! ,
de haber sido así todo sería
más fácil,
simple,
exacto,
el mundo sería un lugar para
depositar mis sueños.
¡ Ah padre imponente !,
glorioso,
con sus reglas y caprichos morales,
con sus testículos y su corazón
sombrío,
ni siquiera eres capaz de perdonarte,
no puedo imaginarme tu sufrimiento,
horrendas criaturas en tus sueños,
sí,
he visto como te retuerces mientras
duermes,
son tus vivencias,
es tu vida la que se refleja en todos
tus frutos.
Ahora caminando mi segunda década
me dirijo a ti padre silvestre,
arrogancia había en tus ojos
cuando me dijiste que yo era un
fracaso,
una blasfemia,
insensato,
con pronósticos de una gran
caída,
con esperanzas en tener razón
y que tus cálculos fueran
correctos.
Es normal que para ti yo sea un
estúpido,
pues soy lo opuesto a tu persona,
es normal que sea un escritor sombrío,
pues durante toda mi vida
he querido no parecerme a vos,
y al fin lo he conseguido.
Soy poeta que escribe sin regla alguna,
mis manos son delicadas y frágiles,
mi falo es recto y mis testículos
luminosos,
no tengo interés en convertirme
en hombre,
al menos no en eso que tu decías,
tampoco sumergiré mis manos en
entrepiernas húmedas,
en vez de eso,
dibujaré el amor desnudo de
reglas
hasta que el sufrimiento se extinga.
Dicho sea de paso,
yo si puedo perdonarme,
perdonarte y perdonarlos,
liberarme,
liberarnos,
juro que grité su nombre tantas
veces.
Dicho ésto,
y otras cosas aún ni pensadas,
me libero de tus manos sucias,
de tus ojos prejuiciosos y violentos,
me libero al fin,
para que nunca más vuelvas a
enseñarme nada,
nunca más una gota de veneno.
Grité su nombre tantas veces.
Libertad.
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