lunes, 10 de septiembre de 2012



Paren todo,
déjenme vestir los múltiples rostros
pues ya no distingo quien soy,
dejen que las horas pasen junto a mi,
deja que la poesía robada
caiga junto a mi,
en la sangre,
en mi sangre.

Hace tiempo que no busco nada,
¿ qué me dicen ustedes?,
acaso alguien encuentra algo
en esta realidad de miles de imaginarias páginas,
¿ acaso alguien es capaz de escupirle a sus propios idales ?,
o incluso,
¿ hay alguien que pueda dudar de si mismo ?,
sentirse otra forma de materia,
correr con el viento hacia lo confuso,
lo distante,
lo lejano,
lo íntimo,
la nada.

Seguramente todo hombre nace con ojos,
manos y guitarras,
con lengua,
con manos y pies,
con falos retorcidos,
con vaginas que sangran hasta la última gota,
todo el dolor,
la miseria,
la ira,
todo hombre nace con ira,
y con manos y guitarras.

Entonces me pregunto,
¿ qué es el hombre?,
me niego a creer en las supersticiones
y en los dioses asexuales de los templos,
ni menos creo que ser el que se mira en el espejo,
a veces miro mis manos,
tan lejanas,
insípidas,
observo como envejecen los cristales,
pues la vida nunca será la misma,
sólo es un viejo cristal olvidado
que aveces brilla en la oscuridad,
en la sangre,
en mi sangre.

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